Fuente: Libro, «Alejandro Magno» colección Natgeo historia. Pag: 40
Mientras el vencido Darío, con los restos de su deslucido ejército, se encaminaba presuroso hacia las tierras del norte donde iba a refugiarse, y donde quizá confiaba en poder reunir fuerzas para una ardua revancha, Alejandro decidió marchar hacia el sur, hacia las grandes ciudades del imperio conquistado (Persa).
En primer lugar llegó a Babilonia, la grande, famosa y bien amurallada ciudad de la milenaria Mesopotamia que los persas habían conquistado unos dos siglos antes, y que el sátrapa Maceo le rindió sin oposición alguna.
Alejandro hizo una entrada triunfal en ella, aclamado por la población. Como en Egipto, la gente y los sacerdotes que nunca habían sentido simpatía por los persas mientras los gobernaron, acogieron muy bien a Alejandro, quien por su parte, y en contraste con la actitud de aquéllos, se mostró muy respetuoso con los cultos y costumbres locales, restauró los templos y dedicó fiestas y ofrendas al gran Dios babilónico Marduk.
El nuevo soberano de Asia se mostraba así tolerante y amante de las tradiciones y rituales. También mostraba su benevolencia al dejar como sátrapa de Babilonia al mismo Maceo, el persa que había pelado contra él en Gaugamela pero le había abierto sin demora las puertas de la gran ciudad caldea.
En el trono de la antigua Babilonia Alejandro comenzó a mostrarse ya como el señor de Asia y no sólo como el invicto caudillo de Macedonia y los griegos.
La llegada de Alejandro en Babilonia históricamente se ha fechado el 22 de octubre del 331 A.C.
En la película: «Alexander» de Oliver Stone podemos ver una escena de la famosa entrada de Alejandro Magno a la magnífica Babilonia a través de la puerta de Ishtar, además de esta escena encontramos otros planos en donde podemos adquirir una visión general de como era la ciudad por aquellos días.
Proyecto Babilonia 