Durante la expansión y consolidación de Asiria en un imperio poderoso, los asirios habían conquistado varios reinos vecinos, ya sea anexándolos como provincias o convirtiéndolos en estados vasallos. Babilonia, ubicada al sur de Mesopotamia, era considerada por los conquistadores asirios como su principal fuente de cultura y tradición. Por dicho motivo, cuando la influencia asiria llegó hasta el respetado reino de Babilonia, este se conservó con un status especial y dominado en algunas ocasiones por un rey vasallo o en otros casos por el mismísimo soberano asirio. Se dice que los asirios estaban enamorados de Babilonia, pero también deseaban dominarla. A pesar del profundo respeto por la ciudad y sus dioses, los soberanos de Asiria esperaban que Babilonia permaneciera pasiva en los asuntos políticos que se suscitaban en la región. Pero Babilonia, fiel a su carácter rebelde se negaba a ser dominada por los asirios y en varias ocasiones se desarrollaron grandes rebeliones. A pesar de la evidente inferioridad militar que por aquellos días existía en comparación con el implacable ejército de Asiria, los babilonios se ingeniaron diversas maneras para batallar contra los invasores. Esta intensa rivalidad tendría su punto cumbre en el año 689 antes de nuestra era, durante el reinado del monarca asirio Senaquerib. Quien después de lidiar de diversas formas con el conflicto babilonio, decidió destruir por completo la ciudad. En un acto considerado altamente sacrílego incluso entre los propios asirios.
Proyecto Babilonia 